SEMIÓTICA DE LA MÚSICA.
Antes de dar paso al artículo en sí, parémonos a analizar cuál es el significado de dicha corriente filosófica y cuál es el objeto de su estudio. Se conoce por semiótica o en muchos casos semiología a la corriente que tienen como objeto el estudio, el análisis o comprensión de los signos. Por tanto ¿qué entendemos por signo? Pues los signos son funciones, es decir, un signo es un pensamiento, un objeto tangible o intangible, un sentimiento, un sueño, algo real, una imagen, una nota musical….en definitiva es cualquier cosa que nos permita comprender, y que nos facilita construir un estado mental o de comprensión mayor, más amplio.
Así pues, si lo aplicamos a nuestro campo de estudio es decir, la música, podríamos entender que la semiótica de la música, o musical, se ocupara del estudio de los procesos, por los cuales la música adquiere significado para alguien. Pero ¿no es significado un término relativo y exclusivo de cada ser? Para poder entender significado, y más concretamente, significado musical, debemos apelar a las emociones, las opiniones, imaginaciones, conductas, valoraciones estéticas, comerciales…toda una serie de elementos que podemos alcanzar a través de la música.
Para todo esto es muy importante la experiencia propia de cada individuo. Esto es, la música, como medio de entretenimiento, puede recurrir a los sentimientos, a las experiencias, para tratar de conseguir ganarse al público. Pero en esta relación música-receptor, intervienen una serie de procesos de decodificación por los que una melodía o una simple nota musical, será interpretada de manera diferente por los individuos. Por ejemplo, el significado de una balada romántica, no será el mismo para una persona cuya situación conyugal o de pareja, haya acabado; como para aquella persona que simplemente o no tiene pareja, o se encuentra inmerso de lleno en una relación. Por lo tanto, entran en juego una serie de experiencias personales que denotan una serie de valores, positivos o negativos, dependiendo de la situación. Esta decodificación de códigos (lenguajes) y subcódigos (ideológico, estético, afectivo…) serán la clave del análisis semiótico.
Por último y de manera que podamos ejemplificar todo esto, me he hecho eco de una noticia, antigua, pero que considero que explicara de forma clara lo expuesto anteriormente.
Se trata de una noticia que en su día fue publicada en los medios de información. En ella explica, que un famoso director de orquesta, Daniel Barenboim, interpretó una pieza de Wagner, durante un concierto en Israel. En principio se trataría de una noticia, sin ningún tipo de especial interés, más allá que el puramente informativo. Pero he aquí donde entra en juego la descodificación de los elementos por parte del público. Si repasamos la historia nos daremos cuenta de que Wagner fue el compositor favorito de Hitler, y que fue durante la época del Reich un icono, un símbolo de la causa nazi. Más escandalosa puede ser la noticia si ponemos atención que Israel es la cuna y seña del judaísmo, y por si fuera poco, el propio compositor también es de creencias judías.
Nos encontramos pues ante la demostración de que, como dijo Umberto Eco, el contexto determina los procesos de codificación y decodificación. Los signos aprendidos en un pasado han determinado la codificación de un lenguaje, y no solo eso, sino que han provocado un conflicto a nivel internacional.
Por tanto ¿Son los signos que percibimos o que hemos percibido en un pasado, capaces de modificar o encarrilar nuestras conductas? ¿Somos conscientes del poder de los códigos que percibimos a través de los medios de información? Reflexionemos…
Gabriel Estrella Palanca